
Irán unida durante la guerra de los 12 días, fortalecida por el temor solo de Dios, y la confianza en su Líder Supremo Alí Jameneí.
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May 11, 2014Escritora

El 16 de julio de 1939 nació en la ciudad santa de Mashhad, provincia iraní de Jorasán, el líder supremo de la República Islámica de Irán, Seyed Alí Jameneí. Fue el segundo hijo de Seyed Yavad Jameneí, un humilde estudioso del Islam que enseñó a todos los miembros de su familia a llevar una vida sencilla y modesta. Seyed Alí estudió en el seminario teológico de Mashhad bajo la supervisión de su padre y la dirección de algunos grandes ulemas (erudito en las leyes islámicas), durante cinco años estudió todo el nivel intermedio de Lógica, Filosofía y Jurisprudencia Islámica. El joven Seyed Alí tenía sólo dieciocho años cuando comenzó los estudios de máximo nivel. Decidió hacer una peregrinación a los santuarios de Irak, para lo cual viajó en 1957 de Irán a Nayaf, donde quedó fascinado por las enseñanzas teológicas y académicas de ulemas tan eminentes como el ayatolá Hakim y el ayatolá Shahrudí, prosiguió sus estudios avanzados en Qom desde 1958 hasta 1964.
Actividad Política
“En los campos de las ideas políticas y revolucionarias, así como de la jurisprudencia islámica, soy sin duda discípulo del imam Jomeiní. Aun así, las primerísimas chispas de conciencia sobre el pensamiento islámico y revolucionario, así como al deber de combatir el despotismo del sha y sus protectores británicos, las encendió en mi alma cuando tenía trece años el valeroso clérigo Navvab Safaví, más tarde martirizado por el régimen monárquico”, dijo el ayatolá Jameneí.
Fue en Qom, en el año 1962, cuando Seyed Alí integró las filas de los revolucionarios seguidores del imam Jomeiní, que se oponían a la política pro-estadounidense y antislámica del régimen del sha. Siguió ese camino durante dieciséis años, hasta la caída de aquel brutal régimen. Ni las persecuciones, ni la cárcel y torturas pudieron hacerle flaquear ni un momento. Cuando fue arrestado por primera vez y pasó una noche en el calabozo, las autoridades opresoras del Sha Pahlevi le ordenaron no volver a hablar desde el púlpito. A partir de entonces, supo que sería objeto de vigilancia en todo momento, por supuesto, no se rindió ante las amenazas. Como consecuencia de sus actividades revolucionarias en el levantamiento de junio de 1963, fue detenido de nuevo y trasladado a la ciudad de Mashhad, donde pasó diez días en prisión bajo duras condiciones.
La liberación del Imam Jamení ocurrió al año siguiente, pero eso no impidió volver a poner de manifiesto su personalidad virtuosa he intrépida que le permitió denunciar, en sus discursos públicos, la diabólica política estadounidense del régimen Pahlaví, hasta que la agencia de inteligencia del sha, llamada policía Savak lo detuvo nuevamente. Lo llevaron a Teherán y lo mantuvieron dos meses en régimen de aislamiento y sometido a torturas. Una vez liberado, empezó a enseñar Exégesis[MG1] del Sagrado Corán, Tradiciones Proféticas e Ideología Islámica en Mashhad y Teherán, siendo estas lecciones muy apreciadas por la juventud revolucionaria iraní. Sin embargo, honorable Alí Jameneí estaba seguro de encontrarse bajo una constante vigilancia de la Savak, por lo tanto, en 1967 se vio obligado a pasar a la clandestinidad, aun así, volvió a ser arrestado por desafiar al régimen monárquico exponiendo sus clases y discusiones públicas sobre el islam.
El líder Jameneí ha explicado las razones por las cuales la Savak tomaba medidas opresoras:
“De 1970 en adelante, se estaban sentando las bases para un movimiento armado, en consecuencia, de lo cual se incrementaron la suspicacia y la severidad del régimen respecto a mí. No podían creer que la acción armada no tuviera conexión con una ideología islámica sensata. Pensaban que debía haber lazos entre aquellos revolucionarios y gente como yo por mis concienzudas actividades intelectuales. A pesar de todo, después de que me liberaran, cada vez más gente asistía a mis clases sobre el sagrado Corán, y muchos acudían a nuestras reuniones clandestinas”.
La Revolución Islámica y Popular de Irán
La generación de los años 50, tuvo el privilegio de crecer con el surgimiento de importantes acontecimientos revolucionarios que definieron la historia social, política y estratégica[MG2] del mundo frente a un enemigo común “la hegemonía norteamericana”. Los jóvenes de aquel entonces iniciaron el despertar de la conciencia anti-imperialista, convirtiéndose en fuerzas populares revolucionarias, organizadas en movimientos nacionales de resistencia que lograron sepultar la pretensión expansionista e invasora del imperialismo estadounidense, desde América Latina a Vietnam y demás países del Sudeste Asiático, incluyendo África y Asia Occidental. Esas naciones revolucionarias vencedoras e impulsadoras de masas en el mundo fueron: Cuba, República Democrática del Congo, Vietnam, Angola, Nicaragua e Irán que en el transcurrir de 20 años continuos (1959-1979) lucharon arduamente contra la arrogancia de la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA; con escasos recursos militares pero con una gran estrategia movida por la dignidad moral y fe en la victoria sobre la opresión torturadora y genocida del supremacismo yankee, dueños de una poderosa maquinaria bélica financiada por judíos sionistas y la Banca Internacional para imponer su ideología fascista.
A pesar de que las mencionadas fuerzas populares revolucionarias, mayoritariamente militaban en los movimientos de corriente marxista, leninista y comunista, eso no les impidió manifestar ser partidarios del pueblo revolucionario iraní y unirse en un solo clamor, había triunfado la Revolución Islámica Popular -al mismo tiempo triunfaba la Revolución Sandinista en Nicaragua ambas en el año 1979-, contra la tiranía de la monarquía Pahlevi que pretendía la occidentalización de la Nación Persa con la adopción de un sistema capitalista y entreguista de los recursos petroleros a EEUU y Reino Unido. El contundente despertar de conciencias sobre la realidad político-social que haría el líder revolucionario y espiritual Imam Jomeini mientras se encontraba en el exilio por orden del Shah (rey), fue el eje central del pueblo iraní para definitivamente liberarse de la presencia invasora occidental y de una monarquía absolutista que aplicaba la tortura, masacraba al pueblo que protestaba y se levantaba masivamente.
Un año antes (1978) del contundente triunfo de la Revolución Islámica, el Ayatolá Ruhollah Jomeini (que la misericordia de Dios sea con él) desde su exilio en Francia, ordenó la formación del Consejo de la Revolución Islámica del cual Ayatolá Seyed Alí Jameneí fue uno de sus primeros miembros quien recomendó firmemente que el Consejo debía estar compuesto por diferentes representantes de diversos grupos étnicos -que comparten una serie de características culturales, históricas, lingüísticas, religiosas o ancestrales- y sectores de la sociedad. Luego del triunfo de la Revolución en Febrero 1979, cinco meses después en el mes de Julio, Ayatolá Jameneí fue elegido como el Presidente del Departamento de Asuntos de la Revolución en el Ministerio de Defensa y al mismo tiempo, estaba a cargo de la administración del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica CGRI. El establecimiento oficial de la institución revolucionaria, había ocurrido en febrero de ese mismo año con la creación del Partido de la República Islámica de Irán, fundado y propagado por El Líder Supremo Imam Jomeini como un Movimiento Popular Sociopolítico, teniendo al frente a un combativo movimiento estudiantil; entre ellos se encontraban quienes habían estudiado en el extranjero y habían sido impactados por las luchas anti-imperialistas en todo el mundo. La línea ideológica de este partido era: Republicanismo islámico basado en la política del Sagrado Corán como principal Código de Justicia, según la Orden Soberana de Dios y los elementos democráticos de la Constitución de la Rep. Islámica de Irán, también de línea jomeinista, populista, y nacionalista, no comunista. Este partido se autodisolvió en el año 1987 tras haber conseguido sus objetivos.
“¡Oh, los que creéis! Dad de lo que os hemos proporcionado, antes de que llegue un día en el que no sirvan ni el comercio, ni la amistad, ni la intercesión ¡Los que ocultan la Verdad, esos son los opresores!”. (Corán 2:254)
Pensamiento Islámico del Imam Jameneí
El Ayatolá Jameneí fue presidente de la República Islámica de Irán en dos períodos, el segundo periodo presidencial fue en el año 1985 y durante el mismo fallece el Ayatolá Ruhollah Jomeini. En el mes de junio de 1989, después del fallecimiento del Líder, el Imam Jamenei fue elegido como el Líder Supremo de la República Islámica de Irán. Desde entonces, su liderazgo se ha caracterizado por el desarrollo del pensamiento reflexivo acerca de los siguientes aspectos principales: el llamado constante a la unidad islámica, necesaria para el fortalecimiento de la solidaridad entre los musulmanes de las naciones y comunidades islámicas con el fin de disminuir sus desacuerdos; oposición a la invasión cultural de las potencias colonizadoras de occidente que han demostrado estar en contra del armónico y enriquecedor intercambio cultural que no es lo mismo a una invasión, al contrario, atacan deliberadamente la soberanía cultural de otras naciones para imponer su dominio; promover el despertar islámico lo cual significa que los musulmanes recuperen su identidad islámica e igualmente, los creyentes monoteístas en la búsqueda de la verdad liberadora de toda forma de opresión, puedan encontrar su identidad religiosa dentro de la fe islámica, enriqueciendo su existencia espiritual a través de la humilde conversación con la unicidad de Dios, que es una oración en la cual muchas veces destaca esa preocupación, manifestada en preguntas de los creyentes con intención de ser mejores cada día en el camino recto de Dios: ¿Por qué estamos en éste mundo? ¿Cuál es nuestra utilidad en servicio a la humanidad? por un mundo donde reinen la justicia, igualdad y solidaridad.
A continuación, se presenta un resumen del pensamiento islámico de Imam Jamaneí:
Visión sobre el Imam Ruhollah Jomeiní: “La fe y la esperanza fueron los principales factores que condujeron al Imam Jomeini a lograr tres grandes transformaciones una, a escala nacional en Irán; otra a escala de la comunidad del islam y otra, a escala mundial”, el Líder Supremo destaca al Ayatolá Jomeini como una de las figuras más trascendentales que nadie puede borrar ni de la memoria histórica, ni del presente, ni de los siglos. Acerca de la transformación nacional ha hecho énfasis en que la Revolución Islámica, dirigida por el Ayatolá en el año 1979, fue un gran movimiento popular “Ese movimiento popular acabó con un sistema político monárquico vasallo anti-islámico, servil frente a las potencias, y lo sustituyó por un sistema democrático e independiente cambiando la tiranía por la libertad”. Refiriéndose al cambio logrado en la comunidad islámica, dijo “el Imam convirtió la cuestión Palestina en la principal del mundo islámico”. Y respecto a la escala mundial, Imam Jamaneí señala el impacto del Imam Jomeini como el revivir de una atmosfera de conciencia espiritual en el mundo, incluyendo a los países no musulmanes, “La espiritualidad había desaparecido, pisoteada por las políticas anti-espirituales del materialismo”.
Defensa Sagrada (Guerra Irak – Irán): su eminencia Alí Jameneí, asevera que la Defesa Sagrada es una fuente de orgullo para la nación persa debido a que, ha sido lograda manteniendo la fe incorruptible en Dios y una firme voluntad de resistencia ante la arrogancia de las potencias hegemónicas, a pesar de las presiones y dificultades económicas impuestas por éstas. El líder, recalca la lección futurista que ha dejado esta hazaña beneficiosa para el país, la cual responde a una “cultura dinámica” que se adapta a cambios sociales, tecnológicos, económicos y ambientales, sin perder su esencia o raíces propias. La estrategia de las fuerzas militares de Occidente, Oriente y sus aliados en la región que incitaron a la guerra entre Irak – Irán durante ocho años, tenían como objetivo debilitar y derrocar el sistema islámico recién iniciado, explica el Imam Jameneí, pero lo único que lograron fue potenciar la gallarda resistencia del pueblo iraní, así como el avance vertiginoso de la nación.
Wilaya: “Wilaya significa, vinculación e interconexión de los musulmanes entre sí, es la política del Corán que consiste en que las naciones y grupos musulmanes sean solidarios unos con otros para ser dignos del respaldo y Gloria de Dios, para superar todos los obstáculos y vencer a los enemigos” (Líder de la Revolución Islámica Seyed Alí Jameneí). La valoración que hace el Líder Supremo de Irán sobre la política del Corán, convoca a la investigación y aprendizaje del libro sagrado de Dios, acerca de cómo el ser humano puede verse espiritualmente y reflexionar sobre la verdad dejando de equipararse con lo material para lograr enriquecer el humanismo. Es decir, mientras más nos acercamos a Dios Todo poderoso, Único y Eterno más nos alejamos del yoísmo. Si aumentamos las intenciones de afianzar el compromiso con Dios, dirigiendo nuestras capacidades y habilidades en función de realizar buenas obras, definitivamente seremos recompensados con su infinita Misericordia.
Ciertamente, los seres humanos no pueden aislarse de lo espiritual que implica creencia y fe porque no son máquinas, de lo contrario como justificar el sentimiento del amor por los demás, por la justicia, igualdad y verdad. Si el hombre es más humanista, entonces estará dispuesto a ser humilde para agradecer a Dios las capacidades que se le ha permitido desarrollar en el campo material: intelecto dentro del ambiente social, natural y científico con la finalidad de hacer un mundo mejor, reconociendo que por sí solo no podría cumplir con las exigencias del materialismo propio de este mundo, ni mucho menos pretender esforzarse en conseguir la renovación hacia el enriquecimiento espiritual sin la ayuda divina, especialmente porque la capacidad material es limitada y pasajera mientras que la capacidad espiritual, es decir la fe, es eterna.
“Un individuo perfecto es aquel que se ha liberado de las limitaciones internas y externas y depende de la creencia y la fe”. (Ayatolá Murtada Mutahhari)
En cuanto al enfoque filosófico y comparativo del Pensamiento liberador de la Revolución Islámica de Irán y la Teología de la Liberación en América Latina, tenemos que ambos movimientos con una cosmovisión religiosa (Cristiana e Islámica) comparten la aspiración de justicia y la lucha contra la opresión desde las siguientes perspectivas: la Revolución Islámica inspirada en el Corán para alcanzar los principios independencia, justicia social y libertad; Teología de la liberación inspirada en el Evangelio como arma para la defensa de los oprimidos.
El trabajo del Teólogo católico Gustavo Gutiérrez, considerado uno de los padres de la teología de la liberación, consiste en que el cristianismo aboga por los pobres, ya que el estado de pobreza atenta contra la dignidad humana y por consiguiente, es contrario a la voluntad de Dios. Desde esta perspectiva, el ministerio de Cristo gira en torno a la liberación de los oprimidos, orientando la práctica teológica hacia los objetivos de liberar a los pobres de la opresión social y económica impuesta por gobernantes de naciones corruptos, serviles a grupos sociales élite, aunque son grupos pequeños tienen mucho poder. Esta orientación demanda compromiso activo y participación en las luchas sociales, que abundaban en el ambiente convulsionado de la segunda mitad del siglo XX.
Sin embargo, esta perspectiva social es influenciada por la teoría marxista basada, en la búsqueda de la igualdad de las clases sociales, en la cual el proletariado pueda tener los mismos beneficios y derechos que el resto de la sociedad. Marx, fue muy crítico con respecto al capitalismo y el poder de dominio que éste ejerce a través de la burguesía dueña de los medios de producción, en tal sentido, proponía eliminar las clases sociales, que el proletariado se encargue de gobernar bajo un sistema socialista con el objetivo de realizar cambios socioeconómicos capaces de conllevar al comunismo y a una sociedad más igualitaria. Pero esto implica condicionar a la teología de la liberación, apartándola de la enseñanza general de la Biblia, silenciando la palabra de Dios donde debería ser más fuerte, siendo así dicho pensamiento liberador es vulnerable a la contradicción porque, ¿Si en la palabra sagrada de Dios, sea en la Biblia o en el Corán, se encuentra la guía necesaria para organizar la vida en lo espiritual y material, entonces por qué ir a las fuentes Marxistas, leninistas o comunistas que alejan al hombre de identificarse como un ser espiritual, creyente y que profesa la fe; adentrándolo al mundo material y al ateísmo?
Mientras que el Pensamiento Liberador de la República Islámica de Irán no admite las teorías comunistas porque sus principales fundamentos políticos, espirituales y filosóficos se encuentran en el libro Sagrado de Dios, el Corán como Código de Justicia aplicado según la orden de Dios, de allí que la jurisprudencia islámica estudia o realiza la exégesis coránica para analizar el contexto histórico, cultural y lingüístico y así comprender el mensaje de Dios. Ciertamente el ser humano no puede aspirar a la libertad y a la justicia sin someterla al orden divino.


